En el
capítulo dos de Mateo, llegamos, por supuesto, al nacimiento del Rey delos
reyes, Jesucristo.
Así dice Jehová: Voz fue oída en Rama, llanto y
lloro amargo: Raquel que llora por sus hijos, y no quiso ser consolada acerca
de sus hijos, porque perecieron.—Jer_31:15
Herodes entonces, al verse burlado de los sabios, se llenó de ira, y
mandó matar a todos los niños de dos años para abajo que había en Belén y en
todos sus alrededores, conforme al tiempo que había inquirido de los sabios. Entonces
se cumplió lo que fue dicho por el profeta Jeremías, que dijo: Voz fue oída en
Rama, lamentación, lloro y gemido grande, Raquel que llora a sus hijos, y no
quiso ser consolada, porque perecieron.—Mat_2:16-18
Cuando los
babilonios invadieron a Judá en 586 AD y llevaron los judíos en cautividad a
Babilonia, Jeremías 40, nos dice que el acampamento de la deportación estaba en
Rama, una ciudad 8 km al norte de Belén. Inspirado por el Espíritu, Mateo se
refiere a aquello evento como una imagen de su cumplimento final aquí en la
historia de la natividad, seis cientos años después. Porque una vez más había
lamentación en Rama, como Raquel—las madres de Israel—lamentaron por sus hijos
los quienes fueron exterminados por Herodes en su locura para matar al bebé
Cristo.
"Paz
en la tierra, buena voluntad para con los hombres." cantaron los ángeles
en los cielos en la noche que nació Jesús. Pero hay otro lado de la historia
navideña. Nada más “O pequeño pueblo de Belén cuan tranquilo está,” pero “O
pequeño pueblo de Belén cuan profundo es su llanto.”
Soldados
marchando en las calles en lugar de los pastores corriendo en las calles. Y
espadas en lugar de la varas, y en lugar de “paz en la tierra” el lamento con
gritos de las madres. Imagínense a sí mismas allí, madres. Soldados romanos
marchando a través de todo su pueblo, robando a sus bebés y lanzando sus
espadas en los corazones de los bebés o descabezándolos, mientras usted está
gritando y llorando, pero impotente para hacer algo y sin esperanza. Así es el
resto de la historia de la Navidad, por el Bebé de Belén trajo ríos de sangre a
Belén, cumpliendo la profecía de Jer_31:15
con lamentación, lloro y gemido grande. No dudo porque en Mateo 10, Jesús nos
dijo estas palabras acerca de su ministerio:
No penséis que he venido para meter paz en la tierra; no he venido
para meter paz, sino espada.
Porque he venido para poner en disensión al hombre
contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra.
Y los enemigos del hombre los de su propia casa.
El que ama padre o madre más que a mí, no es digno de
mí; y el que ama hijo o hija más que a mí, no es digno de mí. Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de
mí. Mateo 10:34-38
La venida de
Cristo todavía causa dolor. Cuando abre su corazón al bebé de Belén, entiende
que el dolor y la separación seguramente van a seguir.
Y pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano,
en la barca con Zebedeo su padre, que remendaban sus redes; y los llamó. Y
ellos, dejando luego la barca y a su padre, le siguieron. —Mateo_4:21-22
Ustedes que han
dado sus vidas a Jesucristo, saben esto: Lo puede causar división entre sus
familias. No estoy diciendo que será una división física, pero una división
emocional por sus inhabilidades de entender que está haciendo usted y “¿Cómo
puedes escoger estar en comunión con Dios y en su iglesia en lugar de estar con
nosotros festejando como hiciste antes?” Muchos padres preferirían que sus
hijos fumen mariguana que estar siempre yendo a la iglesia. “¡Estás haciendo un
fanático religioso!” ellos dirán. “Cualquier otra cosa, pero eso ¡NO!” Habrá
división entre amigos. La espada viene, y de repente, el grupo con que estaba
siempre no le quiere incluir en sus planes. “Estabas muy divertido,” dirán
ellos. “¿Qué te pasó?”
Habrá
también una división entre la carne suya. Si son verdaderamente sinceros en sus
deseos de seguir al Bebé de Belén, también la carne tiene que morir. Y la carne
no se muere tan fácilmente. Se lamenta, grita, y llora, “¡satisfáceme!” Pero
ustedes, los quienes están serios tienen que decir, “La espada tiene que venir.
No seguiré los deseos ni la impulsividad de la carne. No estaré dominado por la
carne ni por los pecados de la sociedad.”
Se cuenta que unos creyentes de la historia durante el primer siglo,
cuando Adriano, emperador de Roma, hizo la guerra contra los cristianos en el
imperio, un grupo de cuarenta creyentes se reunieron para adorar. Los soldados
los rodearon y le dijeron: "Por orden del emperador, su adoración a este
llamado Rey de los Judíos debe cesar de inmediato, o serán ejecutados."
"Haz lo que quieran", respondieron los cuarenta,
"aunque nos cueste la vida."
Así que los soldados romanos se los llevaron en una región montañosa.
Era invierno, y el pequeño lago en la zona estaba completamente congelado. El
capitán de la guardia dijo: "He aquí una oportunidad más para que ustedes
puedan negar a Jesucristo, o vamos a colocarles en el lago durante toda la
noche hasta que sus cuerpos congelan."
"Mejor congelar una noche que quemarnos una eternidad en el
infierno," contestaron los creyentes valientes.
Así tomaron sus lugares en el hielo. Castañeteaban los dientes y las
rodillas golpeándose cantaron, “Cuarenta soldados valientes por Cristo” mientras
los romanos burlaban de ellos. Ocasionalmente el capitán grito. “Sean
inteligentes, hombres. Negar a Jesús solo por un momento. Vengan y caliéntense
por la fogata.” Pero los creyentes siguieron cantando, “Cuarenta soldados
valientes por Cristo”. Después de una hora más o menos, un cristiano se
levantó, no podía aguantar el dolor más. Se corrió a la fogata, diciendo, “¡Yo
niego a Jesucristo!” Y él entro el lugar de la fogata para calentarse a sí
mismo. Él no podía pagar el precio, y dio espalda al Bebé de Belén.
¿Qué hay de
usted? ¿Qué pasaría si de repente estuviera absolutamente prohibido nombrar el
Nombre de Jesucristo? ¿Estaría usted dispuesto a sufrir, para estar torturado o
morir?
No penséis que he venido para meter paz en la
tierra; no he venido para meter paz, sino espada. .—Mateo_10:34
Acordaos de la palabra que yo os dije: El siervo no
es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros perseguirán;
si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.—Juan_15:20
Así dice Jehová: Voz fue oída en Ramá, llanto y lloro amargo…—Jeremias_31:15 (a)
¡Pero
espera! Hay un asterisco, una nota al pie que debemos considerar. Mira, los
judíos sabían que aun cuando Jeremías lloró por una nación a punto de ser
destruida, sino que también le dio a Israel una esperanza encajado en los
capítulos 30-33.
Así dice Jehová: Reprime tu voz del llanto, y tus
ojos de las lágrimas; porque tu obra será recompensada, dice Jehová, y volverán
de la tierra del enemigo. Esperanza también hay para tu fin, dice Jehová, y los
hijos volverán a su término.—Jeremias_31:16-17
"No
llora," dice el Señor. "Oigo el llanto que está pasando en Israel,
pero ustedes no vean lo que viene. Reprime su voz del llanto. Sus hijos
volverán-más fuerte que nunca. La nación sobrevivirá, y será prosperada. Se establecerá
el reino. El desierto florecerá. Y ustedes tendrán la paz y la prosperidad como
ninguna otra nación en la historia del mundo”
Y yo les digo
el mismo hoy en día. Si a veces siguiendo al Señor significa la espada, el
sufrimiento, y lamentación. Si hay un costo. Si, puede causar dificultades.
Pero también digo, “reprime de su llanto porque las bendiciones que vienen son aún
más grandes.”
Ustedes que
han sentidos traicionados por sus familias porque piensan que es fanático, sabe
esto: Tiene usted una familia nueve que es eternal-una familia con los mismos
valores, corazones y prioridades como los suyos; hermanos y hermanas que
quieren a usted, y otros hermanos y hermanas que serán como padres para usted.
Esa es lo que significa el diálogo en Marcos 10.
Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros
lo hemos dejado todo, y te hemos seguido.
Y respondiendo Jesús, dijo: De cierto os digo, que ninguno hay que haya dejado
casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o esposa, o hijos, o tierras,
por causa de mí y del evangelio,
que no haya de recibir cien tantos ahora en este
tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones;
y en el mundo venidero, vida eterna.
—Marcos_10:28-30
¿Hasta cien
veces? ¿Cómo puede ser? Así será: Si mi casa estuviera destruido en un incendio
hoy, yo sé que habrá cien hermanos ofreciéndonos un lugar para vivir— ¡por lo
menos un rato! En mi familia eclesiástica,
tengo cien casas. Tengo terreno. Tengo hermanos. Tengo amigos, hermanas, y
madres. Esta es tantas veces mejor que yo teniendo mi propia pequeña familia. Tengo
algo muchísimo más grande. Se llama la familia de Dios.
Su Amigo
será fiel. Si mis amigos me desilusionan, que así sea. He intercambiado amigos que
son inconstantes por un Amigo que nunca me fallara-aun cuando yo estoy fallando
a Él. Jesús llamó a Judas “amigo” aun en el momento de su traición. Eso es el
tipo de Amigo que quiero yo.
¿Su carne?
Permítala morir.
El que hallare su vida, la perderá; mas el que
perdiere su vida por causa de mí, la hallará. Mateo_10:39
¿Qué
serviría la muerta mía? pregunta usted.
¿Recuerde
los cuarenta creyentes en el lago en el norte de Italia? Después de que uno de
sus hermanos salió corriendo, ellos siguieron cantando, solamente cambiaron su
canción a “Treinta y nueve soldados valientes por Cristo.” Uno de los soldados
romanos observándolos a ellos fue tan conmovido que él corrió al lago y dijo,
“No. Cuarenta soldados valientes por Cristo.”
Si vives por
su familia, sus amigos, o por la carne, perderá todo. Pero si sacrifica su vida
y diga, “Señor, seguiré a Ti, estoy muriendo a mí misma. Permite que la espada
cortara dondequiera.” Encontrará vida. Así es la ironía del cristianismo: Lo
más que uno se muere, lo más que viviera. Seguir al Bebé de Belén. Sí, tendrá
lamentaciones, y llanto. Así era la profecía Jer_31:15.
Pero no olvidan el versículo Jer_31:16.
Buenas cosas vienen. Ustedes que han pagado el precio y llevado sus cruces, no
lamentan. Haya dolores y tristezas, pero las bendiciones que tienen ahora mismo
y las que vienen son mucha más grandes.
¡Verdaderamente
son!
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